domingo, 20 de diciembre de 2009

LOS ADVENTISTAS Y LA NAVIDAD

En los Escritos de la Hna. Elena de White encontramos unas 26 alusiones directas acerca de la Navidad. En esta ocasión queremos compartir las más relevantes y esclarecedoras.

Un espíritu Correcto:

Que no haya una preocupación ambiciosa y desmedida por comprar regalos para Navidad y Año Nuevo. Los pequeños regalos para los niños pueden no estar fuera de lugar, pero el pueblo del Señor no debiera gastar su dinero en comprar regalos costosos.

Cristo demanda el más grande de todos los dones: el don del corazón, de la mente, del alma, de las fuerzas. . . Dios requiere el servicio de un corazón indiviso.

Alza tus ojos, 366

Anoche se celebró la Navidad en el tabernáculo [de Battle Creek], y todo salió bien, con modestia, solemnidad y gratitud manifestada en todo lo que se hizo y se dijo, porque Jesús, el Príncipe de la vida, vino a este mundo como el bebé de Belén para ofrecerse por nuestros pecados.

Cada día con Dios, 639

Nuestros cumpleaños, nuestra Navidad y las fiestas del Día de Acción de Gracias con demasiada frecuencia se dedican a la gratificación egoísta, cuando en cambio la mente debería dirigirse hacia las misericordias y la amante bondad de Dios. A Dios le desagrada que su bondad, su cuidado constante y su amor incesante no sean recordados en estas ocasiones.

Consejos sobre mayordomía Cristiana, 309

Nacimiento de Cristo:

Hace mucho tiempo que se celebra el 25 de diciembre para conmemorar el día del nacimiento de Jesús y. . . no es mi propósito afirmar si es apropiado o no celebrar ese acontecimiento en ese día, sino meditar en la niñez y la vida de nuestro Salvador. Quiero llamar la atención de los niños a la humildad del Redentor al venir al mundo.

Cada día con Dios, 361

Regalos:

En ocasión de las próximas fiestas de Navidad y Año Nuevo se desperdiciarán miles de dólares en placeres inútiles; pero es privilegio nuestro apartarnos de las costumbres y prácticas de esta época de degeneración; y en vez de gastar recursos simplemente para satisfacer el apetito y comprar inútiles adornos o prendas de vestir, podemos hacer de las próximas fiestas una ocasión de honrar y glorificar a Dios.

Cristo debe ser el objeto supremo; pero en la forma en que se ha estado observando la Navidad, la gloria se desvía de él hacia el hombre mortal, cuyo carácter pecaminoso y defectuoso hizo necesario que el Salvador viniese a nuestro mundo. Jesús, la Majestad del cielo, el Rey del cielo, depuso su realeza, dejó su Trono de gloria, su alta investidura, y vino a nuestro mundo para traer auxilio divino al hombre caído, debilitado en su fuerza moral y corrompido por el pecado. . . .

Los padres debieran recordar estas cosas a sus hijos e instruirlos, renglón tras renglón, precepto tras precepto, en su obligación para con Dios, no en la que creen tener uno hacia otro, de honrarse y glorificarse mutuamente con regalos.

Hogar Cristiano, 437

Árbol de Navidad

Agradaría mucho a Dios que cada iglesia tuviese un árbol de Navidad del cual colgasen ofrendas, grandes y pequeñas, para esas casas de culto. Nos han llegado cartas en las cuales se preguntaba: ¿Tendremos un árbol de Navidad? ¿No seremos en tal caso como el mundo? Contestamos: Podéis obrar como lo hace el mundo, si estáis dispuestos a ello, o actuar en forma tan diferente como sea posible de la seguida por el mundo. El elegir un árbol fragante y colocarlo en nuestras iglesias no entraña pecado, sino que éste estriba en el motivo que hace obrar y en el uso que se dé a los regalos puestos en el árbol.

El árbol puede ser tan alto y sus ramas tan extensas como convenga a la ocasión, con tal que sus ramas estén cargadas con los frutos de oro y plata de vuestra beneficencia y los ofrezcáis a Dios como regalo de Navidad. Sean vuestros donativos santificados por la oración.

Las fiestas de Navidad y Año Nuevo pueden y deben celebrarse en favor de los desamparados. Dios es glorificado cuando damos para ayudar a los que han de sustentar familias numerosas.

Hogar Cristiano, 438-439

No adopten los padres la conclusión de que un árbol de Navidad puesto en la iglesia para distraer a los alumnos de la escuela sabática es un pecado, porque es posible hacer de él una gran bendición. Dirigid la atención de esos alumnos hacia fines benévolos.

Hogar Cristiano, 439

Entonces a celebrara la navidad como un momento de compartir con la familia y amigos.

feliz navidad y prospero año nuevo

LOS ADVENTISTAS Y LA POLITICA ¿ES PECADO?

DESDE QUE INGRESE A LA IGLESIA ADVENTISTA, ALGUNOS HERMANOS ME MANIFESTARON QUE EN NINGUN MOMENTO LOS ADVENTISTAS PODÍAN ESTAR LIGADOS A LA POLÍTICA, CONSTITUYENDOSE CASI COMO FALTA GRAVE, EL HECHO DE QUE UN ADVENTISTA SE VINCULARA CON POLÍTICA. PARA MI ESO ERA UN GRAN PROBLEMA, PUES YO SOY POLÍTICO Y DE UNA GESTION RESPONSABLE, PROFESIONAL Y APEGADA A LOS PRECEPTOS BIBLICOS DADOS POR DIOS, SOSTENGO A MI FAMILIA CON ESTA LABOR RESPONSABLE. PERO DE TODAS MANERA, ME PARECIA ABSURDO, PUES LA POLÍTICA HECHA CON CONCIENCIA SOCIAL Y CON EL MANEJO TRANSPARENTE DE LOS RECURSOS, ES LA MANERA ÓPTIMA PARA QUE LOS HERMANOS PUEDAN ACCEDER A DIFERENTES BENEFICIOS COMO TRABAJO, EDUCACIÓN, SALUD Y EN GENERAL, LOGRAR UNA MEJOR CALIDAD DE VIDA Y BIENESTAR DENTRO DE ESTANDARES DIGNOS DE CONVIVENCIA. DADA LA DUDA, ME PUSO A INVESTIGAR Y CON GRAN SORPRESA ME ENCONTRE QUE LOS HERMANOS QUE ME HABÍAN INFORMADO, Y HASTA IMPUESTO LA APATÍA POR LA POLÍTICA ESTABA EQUIVOCADOS, PUES EN LA BIBLÑIA, Y DE HECHO LA HERMANA HELENA G. DE W. EN SUS ESCRITOS HABIA DADO A ENTENDER UNA COSA SUSTANCIALMENTE DISTINTA, VEAMOS ALGUNAS CITAS DE ELLA:

¿Debe desempeñar el cristiano algún papel en la política? ¿Pueden un miembro o la iglesia misma estar involucrados en la política? ¿Cómo deben relacionarse ellos con el estado y con las autoridades políticas del momento? Estas y otras preguntas han surgido desde el mismo nacimiento de la iglesia cristiana.

Algunos adventistas creen que la iglesia no tiene ningún papel político que desempeñar, y que el papel del cristiano, como individuo, es insignificante. Esta idea está fundada en el concepto de que el reino de Cristo no es de este mundo. Otros adventistas insisten que tanto los individuos como la iglesia tienen responsabilidades sociopolíticas indiscutibles para mejorar las condiciones de vida. Algunos cristianos van varios pasos más allá alegando que la tarea más grande del cristianismo es trabajar para lograr un orden político cristiano que conduzca al establecimiento del reino de Dios en la tierra. Entre estas dos tendencias extremas existe una gran gama de variaciones.

El ejemplo de Cristo

Solamente en muy raras ocasiones Jesús hizo referencia al tipo de sociedad política a la cual debían aspirar él y sus discípulos. El no asumió la posición de ser un reformador o defensor sociopolítico. Tampoco enunció ninguna plataforma política. Las tentaciones en el desierto tenían una clara dimensión política y él las resistió. A pesar de que tuvo más de una oportunidad para asumir el mando del pueblo aprovechando situaciones en que se podría dar un golpe de estado (por ejemplo, la alimentación de la multitud y la entrada triunfal a Jerusalén), no escogió esa opción.

Al mismo tiempo, las enseñanzas de Jesús pueden conducir a un significativo acontecimiento sociopolítico cuando son vividas por la comunidad cristiana. El les ofreció buenas nuevas a los pobres, libertad a los oprimidos y “vida en abundancia” (Juan 10:10). Por lo tanto, los adventistas contemporáneos, al seguir el ejemplo de los cristianos a través de los siglos, deben reconocer que pesa sobre sus hombros cierta responsabilidad social. Los pioneros predicaban no solamente el evangelio de la salvación personal, sino que también estaban interesados en los alcohólicos, los esclavos, las mujeres oprimidas y en las necesidades educacionales de los niños y los jóvenes.

La Biblia y la responsabilidad sociopolítica

La responsabilidad sociopolítica del cristiano está basada en dos fundamentos bíblicos. Primero, la doctrina de la creación. Dios creó ex nihilo un universo y nos estableció como mayordomos gobernantes de este mundo. La mayordomía incluye responsabilidad y obligación de responder por medio del dominio sobre la jurisdicción que le ha sido asignada.

Segundo, la doctrina de la humanidad. Los seres humanos han sido creados a la imagen de Dios. Los parámetros de la responsabilidad humana con respecto al servicio descansan dentro de este concepto bíblico de la naturaleza humana. El punto de vista cristiano es que los hombres y mujeres no son una resaca que flota en el mar de la vida, sino personas con un papel responsable que desempeñar y con un futuro brillante. Este potencial humano ofrece propósito, dirección y optimismo a los cristianos que sirven a otros en el ambiente comunal.

Por lo tanto, el cristianismo no es una religión de un individualismo insular o de una introversión aislante, sino que es una religión de comunidad. Los dones y las virtudes cristianas conllevan implicaciones sociales. La dedicación a Jesucristo significa dedicación a todos los hijos de Dios, lo cual engendra la responsabilidad por el bienestar de otros.

El dilema de la doble ciudadanía

Los cristianos sinceros afrontan el dilema de la doble ciudadanía. Por un lado, pertenecen al reino de Dios y por otro, a su país de ciudadanía. Son parte de la “nueva humanidad” y viven en medio de la “vieja humanidad”. ¿Existe aquí un conflicto inherente? ¿Debe la juventud adventista escoger una ciudadanía y renunciar a la otra? No cabe duda de que en algunas ocasiones puede haber un conflicto cuando las demandas o deberes de una ciudadanía chocan con los de la otra. En tales casos la Escritura es clara: “Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29).

Sin embargo, el reino de Dios no está aislado del mundo presente; “entre vosotros está” (Lucas 17:21). En otras palabras, el reino de Dios es una esfera, una dedicación, una actitud y una manera de vida y pensamiento que se infiltra en la totalidad de nuestra existencia y da especial significado a nuestra ciudadanía nacional. Es la soberanía de Dios que invade la vida humana.

El “no hacer nada” es una acción política

El orden político de la sociedad es la provisión providencial de Dios para la humanidad caída. Dios no le pide a la “gente buena” de la sociedad que se mantenga fuera del proceso gubernamental y se aleje del control socio-político y económico, dejándolo en manos de los “malhechores”. Los cristianos deben ser la sal y la luz de un mundo social y por lo tanto no pueden optar sencillamente por salirse del proceso político. En realidad, una abdicación tal sería en sí una acción política que abre el camino para el control político por aquellos que apoyan algo menos que los valores cristianos. El “no hacer nada” es una receta segura para que el pecado llegue a ser el amo. Los adventistas tienen tanto el derecho como el deber de usar su ciudadanía terrenal con el fin de mantener a la iglesia libre para poder cumplir con su mandato y ayudar como individuos a satisfacer las urgentes necesidades sociales.

Deberes de la ciudadanía política

Los adventistas afrontamos por lo menos cuatro deberes de ciudadanía política.

Primero, el deber de la oración a favor de los que ocupan cargos gubernamentales. Necesitamos orar pidiendo ayuda divina en la solución de algunos de los problemas socio-políticos que afectan la vida humana negativamente y también por la proclamación del evangelio. Las oraciones y las súplicas de los fieles se elevan mucho más allá que las declaraciones y acuerdos que llenan montañas de papel reciclable.

Segundo, el deber de votar y presentar peticiones ante las autoridades gubernamentales. Los adventistas debiéramos votar, aun cuando a veces tengamos que hacerlo escogiendo entre el menor de dos o más males. En relación con esto, registrarse para votar es el primer paso que debe darse.
Tercero, el deber de educarnos y estar bien informados. Los adventistas, no menos que otros ciudadanos, necesitamos estar involucrados en una educación continua con respecto a los problemas que afectan la vida presente como la futura. La ignorancia política no aumenta la dicha espiritual.

Cuarto, el deber de lanzarnos y mantener una posición pública. Los adventistas tenemos este derecho constitucional. Además, algunos nombramientos a puestos gubernamentales no requieren lanzarse a una campaña. Ellen White declara que no hay nada malo en aspirar a sentarnos “en asambleas legislativas y deliberantes, y dictar leyes para la nación”.1 Sin embargo, aconseja que los pastores y los maestros empleados por la denominación se abstengan de actividades políticas partidarias.2 La razón que da es clara: La política partidaria corre el riesgo de crear disensiones. Un pastor podría fácilmente dividir su congregación debido a diferentes partidos y debilitar en gran manera su habilidad de servir como pastor de todo el redil.

Peligro de politización

Habiendo subrayado las responsabilidades y privilegios del ciudadano, se hace necesario dar una advertencia contra el peligro de la politización tanto de los individuos como de la iglesia. Los adventistas, al igual que otros cristianos, corren el peligro de ser engañados por César. El éxito en la política involucra transigencias, la exaltación personal, el ocultar debilidades y el juego de papeles partidarios. A veces, se vuelve necesario aceptar un curso de acción que no se corresponde con las mejores convicciones morales del individuo. La política es un jefe exigente y puede convertirse en algo totalmente absorbente. Los políticos cristianos caminan sobre una cuerda floja. Deben evitar contaminarse por la característica irónica y totalmente absorbente del activismo político que puede degradar sus esfuerzos a tal punto que podría parecer que no hay un Dios involucrado en los asuntos del hombre.

Hay un creciente aumento del peligro de politización dentro de las iglesias. Esto no solamente ha conducido a la participación de la iglesia en actividades políticas, sino también a la interpretación de la fe cristiana y del evangelio en términos de valores políticos. En muchas iglesias el interés parece haberse desviado de la moralidad individual a la moralidad social. El resultado ha sido que en ciertos segmentos de la iglesia se ha permitido que las ideas seculares sirvan para modelar los valores cristianos de manera que hay muy poca diferencia entre lo secular y lo sagrado. Es triste ver que por lo general, a menudo las actitudes cristianas son las mismas que las de la sociedad en general.

Participación discreta de parte de la iglesia

Lo que acabamos de decir nos indica la necesidad de una participación política juiciosa. Una iglesia mundial con miles de instituciones, con 10 millones de miembros adultos y muchos más seguidores, no puede evitar de tener contacto con el Estado y de participar en la política, que es el arte de gobernar. No solamente los individuos, sino también las organizaciones de la iglesia, tienen derechos y responsabilidades. La iglesia tiene el derecho de intervenir en lo que respecta a la legislación o acciones reglamentarias que afectan la misión de la iglesia, ya sea de manera positiva o negativa.

La iglesia nunca (¡y nunca es una palabra fuerte!) debe identificarse con un partido político o sistema político en particular. Una identificación tal podría resultar en un alfa rápido de privilegios temporales, pero que inevitablemente arrastrará a la iglesia por el resbaloso declive político hacia el omega de la parálisis evangelística y profética.

En resumen, “la iglesia deber ser la iglesia” y no una agencia sociológica más. Su enfoque más promisorio para lograr un cambio en la sociedad es transformar individuos, gente. Al hacer esto, los adventistas cumpliremos de una manera doble la misión de Dios en el mundo: Evangelismo y servicio.

Bert B. Beach (Ph.D., Universidad de París, Sorbonne) es el director de relaciones entre iglesias de la Asociación General. Su dirección es: 12501 Old Columbia Pike, Silver Spring, MD 20904, EE. UU. de N.A.

Notas y referencias

1. Elena White, Mensajes para los jóvenes (Publicaciones Interamericanas) p. 33.

2. White, Obreros evangélicos (Casa Editora Sudamericana) pp. 406-410.

FUENTE: REVISTA DIALOGO


ACTITUD DE LOS ADVENTISTAS
EN RELACION A LAS ACTIVIDADES
PUBLICAS Y CIVICAS

DECLARACIONES DE ELENA G. DE WHITE

Leif Kr. Tobiassen
14 de febrero de 1953

No es el propósito de esta recopilación resolver el problema de nadie. Cada adventista debe decidir por sí mismo después de considerar personalmente el problema a la luz de su propio estudio y de la instrucción que emana de la Biblia y el Espíritu de Profecía... El propósito de esta recopilación es simplemente hacer notar ciertas referencias y dar algunas sugerencias que pueden o no ser de ayuda al aplicarlas a la situación actual. Las declaraciones a las que hacemos referencia debieran ser todas estudiadas cuidadosamente en su contexto completo. Hay muchas otras declaraciones al respecto en los diversos documentos de Elena G. de White, esta recopilación es solamente un aporte inicial.

Convertirse en adventista puede significar un cambio de opinión:

"No debemos comprometer los principios cediendo a las opiniones y prejuicios que hayamos albergado antes de unirnos con el pueblo que guarda los mandamientos de Dios" (Obreros Evangélicos, p. 407).

El modo de vida del adventista difiere del de los ciudadanos de Tennessee. El punto de vista del adventista debe fundarse en las enseñanzas de la Biblia y la instrucción del Espíritu de Profecía; la posición adventista con relación a los asuntos públicos debe plasmarse de acuerdo a nuestra comprensión de las profecías y nuestra filosofía de la historia.

El principio guiador para el adventista con relación a las actividades públicas:

"Puede formularse la pregunta: ¿No hemos de tener ninguna unión con el mundo? La palabra del Señor ha de ser nuestra guía. Cualquier conexión con los infieles e incrédulos que nos identificase con ellos está prohibida por la palabra" (Obreros Evangélicos, p. 409).

Tanto en su actitud como en su participación en la actividad pública el adventista debe permanecer plenamente independiente, auténticamente adventista siempre. Para permanecer independientemente inteligente siempre, el adventista necesita ser educado en la manera de vivir adventista.

Uno de los propósitos de la educación adventista:

"El propósito de Dios para los niños que crecen en nuestros hogares es más amplio, más profundo y más elevado de lo que ha logrado abarcar nuestra restringida visión. En lo pasado, Dios ha llamado a personas del origen más humilde a las cuales consideró fieles, para que dieran testimonio acerca de El en los sitios más encumbrados del mundo. Y más de un muchacho de hoy en día que se esté desarrollando como lo hacía Daniel en su hogar de Judea, estudiando la Palabra de Dios y sus obras, y aprendiendo lecciones de servicio fiel, se hallará aún ante asambleas legislativas, en tribunales de justicia o en cortes reales, como testigo del Rey de Reyes. Multitudes serán llamadas a ejercer un ministerio más amplio" (La Educación, p. 255).

Uno de los propósitos legítimos de la vida puede ser particular en ciertas actividades públicas:

"Queridos jóvenes, ¿Cuál es el blanco y propósito de vuestra vida? ¿Estáis ansiosos por conseguir una educación que os proporcione posición y fama mundanales? ¿Encubrís pensamientos que no queréis expresar, de algún día ocupar la cima de la grandeza intelectual; de ocupar una banca en las deliberaciones y consejos legislativos, y ayudar a promulgar leyes para la nación? No hay nada de malo en estas aspiraciones" (Fundamentals of Christian Education, p. 82).

El ocupar un cargo público no es necesariamente siempre corruptor:

"El caso de Daniel encierra una lección para nosotros. Revela el hecho de que un hombre de negocios no es necesariamente un hombre astuto y político. Puede ser instruido por Dios a cada paso. Daniel, mientras era primer ministro del reino de Babilonia, era profeta de Dios, y recibía la luz de la inspiración celestial. Se necesitan hombres de negocio que entretejan los grandes principios de la verdad en todas sus transacciones. Y sus talentos deben perfeccionarse mediante el estudio y la preparación más cabales" (Lecciones Prácticas del Gran Maestro, p. 319, CES 1944. [Vea también LPGM. p. 263 y Ed., p. 51, sobre José]).

El término de Elena G. de White "hombre de negocios" no significa meramente "comerciante" sino también "administrador", "ejecutivo", "hombre de relaciones", "organizador", etc. Otro término característico de Elena G. de White es "político", alguien que se deja guiar por el oportunismo, que busca la ventaja inmediata, "pasar el fardo a otro", esquivar "sacar la cara por otro". Estos dos términos aparecen frecuentemente en los escritos de Elena G. de White.

Sería incorrecto llegar a la conclusión de que Elena G. de White sugiere que ocupar un cargo público sea la mejor manera de promover la causa del Señor; la conclusión justa parecería ser de que en sí misma la participación razonable en ciertos asuntos públicos no necesita ser, en todos los casos, necesariamente corruptora, o más peligrosa, espiritualmente, que cualquier actividad legítima, social o cívica.

La organización política fue una parte del sistema de educación divinamente establecido en Israel.

"¿Qué escuela... era la del desierto: tenía por maestros a Cristo y sus ángeles!... Desde que salieron de Egipto había recibido lecciones para su instrucción y disciplina. Aun antes de salir de allí se había esbozado una organización provisoria, y el pueblo había sido distribuido en grupos bajo el mando de jefes. Junto al Sinaí se completó la organización.

En la administración hebrea se manifestaba el orden tan notable que caracteriza todas las obras de Dios. El era el centro de la autoridad y el gobierno. Moisés, su representante, debía ejecutar sus leyes en su nombre. Luego se organizó el consejo de los setenta; les seguían los sacerdotes y principales, e inferiores a ellos los jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez (Núm. 11:16,17); Deut. l:15), y finalmente los encargados de deberes especiales. El campamento estaba arreglado con orden exacto: en el medio estaba el tabernáculo, morada de Dios, y alrededor las tiendas de los sacerdotes y levitas. Alrededor de éstas, cada tribu acampaba junto a su bandera.

Se hacían observar leyes higiénicas estrictas...La educación de los israelitas incluía todos sus hábitos de vida" (La Educación), pp. 37,38.

Leyes y economía entre las materias que se enseñaban:

"Al distribuir la herencia de su pueblo, Dios se proponía enseñarle, por medio de él, a las generaciones sucesivas los principios correctos referentes a la propiedad...Otra provisión para la educación fue la suspensión de toda labor agrícola cada séptimo año... De este modo se daba oportunidad para profundizar el estudio..." (La Educ., p. 43).

Las escuelas de los profetas diseñadas para educar líderes políticos:

"Estas escuelas tenían por objeto... estimular la prosperidad de la nación, proveyéndola de hombres preparados para actuar en el temor de Dios, como directores y consejeros" (La Educación, p. 46). ("Estas escuelas llegaron a ser uno de los medios más eficaces para estimular la justicia que engrandece a la nación" Prov. 14:34). En escala no pequeña contribuyeron a poner el cimiento de la maravillosa prosperidad que distinguió los reinados de David y Salomón" (La Educación, p. 47).

Esta conclusión no implica o asegura que sea la intención de Dios promover su reino hoy a través del accionar de sus siervos en cargos públicos; la declaración indica, sin embargo, que el pueblo de Dios no puede ignorar totalmente los aspectos públicos de la vida. La educación adventista debe prestar cierta atención a los asuntos públicos.

La educación adventista debe estar en un contacto real con los eventos de la actualidad:

"Al graduarse, miles se encuentran fuera de contacto con la vida. Han tratado durante tanto tiempo con cosas abstractas y teóricas, que cuando todo el ser debe despertar para hacer frente a las luchas violentas de la vida real, se encuentran sin preparación...Se priva al mundo del servicio que debiera haber recibido, y a Dios..." (La Educ., p. 265).

Los adventistas debieran estudiar los asuntos contemporáneos más bien que solamente historia.

"En vez de recargar la memoria con una sucesión de nombres y teorías que no tienen importancia para sus vidas, y a los cuales una vez fuera del aula, rara vez dedican un pensamiento, estudien todos los países a la luz del esfuerzo misionero y familiarícense con esos pueblos y sus necesidades" (La Edc., p. 269).

Es estudio de sociología mundial:

"Para despertar en los niños y jóvenes simpatía y espíritu de sacrificio hacia los millones que sufren en los países distantes, familiarícenlos con ellos y sus habitantes. En este sentido, nuestras escuelas pueden hacer mucho" (La Educ., p. 269).

La verdadera perspectiva del cristiano es internacional más bien que local:

"Cristo no reconoció distinción de nacionalidad o clase o credo. Los escribas y fariseos deseaban tener como tales el beneficio absoluto de todas las dádivas del cielo, y excluir al resto de la familia de Dios en el mundo. Mas Cristo vino a derribar toda pared de separación. Vino a demostrar que su don de la gracia y el amor es ilimitado como el aire, la luz o la lluvia que refresca la tierra. La vida de Cristo estableció una religión en la cual no hay castas, una religión en la cual tanto judíos como gentiles, libres de trabas, están unidos en una misma familia, iguales delante de Dios. Ninguna cuestión política influyó su accionar" (Testimonies for the Church Regarding the Spirit of Unity That Should be Maintained in the International Publishing Association and Among Laborers of All Nationalities in the Lord's Harvest Field, Pacific Press, 1905, p. 25).

Los dignos símbolos nacionales no fueron ofensivos ni censurados por Elena G. de White:

"Una bandera norteamericana fue colocada como pabellón sobre el púlpito; esta fue una atención que valoré enormemente" (Historial Sketches, p. 207). (Acerca de una reunión pública realizada en la capital de Noruega en 1886).

Mientras las declaraciones de Elena G. de White dan importancia a la necesidad de una perspectiva internacional por parte del adventista, también destacan que es deber del cristiano ofrecer respeto y servicio razonable a su nación. El adventista será siempre un ciudadano alerta, fiel y dispuesto de la patria a la cual pertenece. Reconocerá las exigencias aún del César siempre que estas no limiten su libertad religiosa o impidan el libre ejercicio de los dictados de la conciencia individual.

Estudio personal del gobierno y su relación a los principios religiosos:

"El pueblo de Dios reconocerá al gobierno como un poder divinamente establecido, y enseñará como deber sagrado que se le obedezca dentro de su legítima esfera... La bandera de la verdad y de la libertad religiosa... se nos ha confiado a nosotros en este último conflicto.... Podemos apreciar estas verdades solamente en la medida que las investiguemos a través del estudio personal" (Testimonies, p. 402).

Es importante para los adventistas el estudio de las relaciones internacionales:

"Hay un estudio... que no debe condenarse;... debemos considerar hoy día los tratos de Dios con las naciones de la tierra. Debemos... entender la marcha de los acontecimientos en la reunión de las naciones para el conflicto final de la gran controversia".

Semejante estudio suministrará ideas amplias y comprensivas de la vida. Nos ayudará a entender algo de las relaciones y dependencias de ella, nos enseñará cuán maravillosamente unidos estamos en la fraternidad de la sociedad y de las naciones, y hasta qué extensión la opresión y la degradación de un solo miembro perjudica a todos... Pocos estudian la realización del designio divino en el levantamiento y decaimiento de las naciones" (Consejos para los Maestros, pp. 367,368) (El Ministerio de Curación, p. 348)

Los adventistas debieran comprender los asuntos internacionales:

"La época actual es de sumo interés para todos los vivientes. Los gobernantes y estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y autoridad, los hombres y mujeres que piensan, de toda clase social, tienen la atención fija en los sucesos que ocurren alrededor de nosotros. Observan las relaciones tirantes que mantienen las naciones. Para nosotros, que estamos al borde mismo de su cumplimiento, ¡de cuán profunda importancia, de cuán palpitante interés, son estas descripciones de los sucesos venideros!... Estas son las grandes verdades que tanto los jóvenes, como los ancianos necesitan aprender" (La Educación, pp. 179,183,184).

El precursor de Jesús fue un estudiante de los asuntos de actualidad:

"Pero Juan no pasaba la vida en ociosidad,...siempre observaba con interés lo que sucedía en el mundo. Desde su tranquilo retiro, vigilaba el desarrollo de los sucesos" (8Testimonies, p. 221) (El Deseado de todas las Gentes, p. 77).

Inclusive la mujer adventista debiera interesarse inteligentemente en los asuntos públicos:

"Se especula en cuanto a los derechos y deberes de las mujeres con relación al voto. Muchas no están preparadas para entender cómo conducir estos asuntos importantes... Tales mujeres no están preparadas para asumir inteligentemente posiciones de importancia en asuntos políticos. Son simples criaturas regidas por la moda y las circunstancias. Esto debiera cambiar" (3 Testimonies, p. 565) (Escrito en 1875).

Podríamos concluir (1) que es inapropiado para las mujeres (y los hombres) ejercer los "deberes con relación al voto" a menos que hayan sido "preparadas para entender cómo conducir estos asuntos importantes" (2) y que tal comprensión e inteligencia debieran ser obtenidas.

Los adventistas no debieran ser guiados por el juicio en los asuntos públicos:

"Los que enseñan la Biblia en nuestras iglesias y escuelas no tienen libertad de unirse para hacer públicos sus prejuicios en pro o en contra de hombres o medidas políticas"... (Obreros Evangélicos, p. 406).

Si los adventistas votan, deben hacerlo inteligentemente:

"No podemos votar sin peligro por los partidos políticos, porque no sabemos para quiénes votamos... Es un error de vuestra parte unir vuestros intereses con algún partido político, para echar vuestro voto en su favor" (Obreros Evangélicos, pp. 406,408).

El adventista debiera, si vota, mantenerse libre e independiente. No debiera votar una "lista" sin analizar sus candidatos y sus principios. La actitud, "está equivocado, o no es mi partido" es ajena a un adventista inteligente.

Los adventistas, si votan, no debieran participar en prácticas clandestinas:

"No podemos, sin riesgo, tomar parte en plan político alguno" (Obreros Evangélicos, p. 406).

Los adventistas, si votan, no debieran inclinar a su iglesia hacia ningún partido político:

"Dios emplea las figuras más fuertes para mostrar que no debe haber unión entre los partidos mundanos y los que buscan la justicia de Cristo" (Obreros Evangélicos, p. 407).

Enérgicas advertencias contra el verse envuelto en actividades y cuestiones "políticas":

"Dejar a un lado las cuestiones políticas... Cada maestro, predicador o dirigente de nuestras filas que se sienta incitado por un deseo de ventilar sus opiniones sobre cuestiones políticas, debe ser convertido por una creencia en la verdad, o renunciar a su trabajo" (Obreros Evangélicos, pp. 407,408).

Dios invita a los maestros de nuestras escuelas a no interesarse en el estudio de las cuestiones políticas" (Fundamentals on Christian Education, p. 484). (Escrito en 1899).

La aplicación correcta de esta y otras declaraciones similares, depende de que le demos el significado correcto a los términos "referentes a política" y "política". El New International Dictionary de Webster (2da. Edic.) define "política" y "referente a política" en las dos formas siguientes:

"Política: "La ciencia y el arte de gobernar"...; en un mal sentido, el arte o manejo deshonesto para asegurarse el éxito de los candidatos o partidos políticos... En sentido general:... intereses partidarios, rivalidad partidaria". "referente a política": "De o perteneciente a la política, o políticos, o la conducción del gobierno... De o perteneciente a aquellos que hacen negocios... a la política, o los políticos en sus actividades partidarias, si actúa por mera motivación política" La Encyclopedia of Social Sciences, (VI 225) establece en relación al sentido de "política y "referente a política":

"Aplicada a la forma de vida del político y la obtención de blancos políticos, política tiene generalmente connotaciones indeseadas... El uso del término en el mal sentido... implica un medio ambiente hospitalario para las tretas y manipulaciones... ¿En cuál de los dos sentidos usó Elena G. de White los términos "política" y "referente a política?" ¿Fue su intención condenar solamente las contiendas partidarias, con sus tretas y manipulaciones deshonestas? ¿Fue su intención desaconsejar el ejercicio ordenado del voto y el estudio serio de la ciencia política?

Antecedentes históricos: Desde que las expresiones "política" y "referente a política" salieron de la pluma de Elena G. de White durante la segunda mitad del siglo XIX, la comprensión del carácter de los asuntos políticos en los Estados Unidos en ese tiempo puede ayudar al lector a encontrar el significado apropiado de estos términos tal como ella pretendió que fueran entendidos, y como, sin lugar a dudas, fueron entendidos por los lectores en el momento de su publicación. La autoridad máxima en el campo de la historia religiosa americana declara:

"El debilitamiento de las normas de conducta tanto en la vida pública como privada fue una de las consecuencias desafortunadas de la Guerra civil. La riqueza del país aumentó con alarmante rapidez en medio de la confusión política y social mientras que la guerra colocó en lugares prominentes a hombres rudos e inescrupulosos, con bajas normas de conducta personal, y a quienes, demasiado frecuentemente se les permitió liderar tanto en los negocios como en la política. Desde estos antecedentes generales partió una era de gran corrupción en la política que afectó cada sector de la nación y cada departamento del gobierno. El uso del dinero para comprar las elecciones fue nada más que una de las muchas corrupciones políticas. Los votos eran comprados y vendidos en más de una capital de estado tan corrientemente como la carne en el mercado; la firma de decretos por parte de los gobernadores que tenían por finalidad crear fortunas privadas, era comprada por sumas que alcanzaban los diez miles... La corrupción en los negocios era aún más común, en lo posible, que en el gobierno".

"No hay capítulo más triste en la historia de la política americana que aquel que registra el período desde el fin de la Reconstrucción de la Revuelta Populista del comienzo del siglo XIX... Durante la totalidad de este período el electorado jugó el papel de burlarse de los incautos. Nunca antes habían estado los políticos americanos en tal bancarrota intelectual... El resultado fue una política nacional irreal, y exceptuando payasadas electorales y palabrerías del Congreso, candidatos... muy deslucidos... pelearon las campañas electorales sobre la base de rasgos personales o prejuicios preadquridos".

"La política era mayormente un juego de títeres, pero aunque los títeres y aún las voces cambiaban; las manos que manejaban los hilos eran las mismas. Los negocios manejaban la política y la política era una rama de los negocios. El país, dijo John Sherman después de las elecciones de 1888, había alcanzado las condiciones del imperio Romano en sus últimos tiempos cuando los cargos públicos eran vendidos en subasta pública al mejor postor..."

"En la primera mitad del siglo XX la política era un llamado de honor, y aquellos que ocupaban cargos públicos eran objetos de admiración. Esto cambió después de 1850 y muchas personas comenzaron a sentir que el campo político debía ser esquivado de cualquier manera... La política parecía corromperse en forma creciente, y manejada por profesionales mercenarios".

"Parecía que el gobierno nacional tenía una sola razón para su existencia, el promover los intereses del partido mayorista a través de la distribución de los despojos".

Un político practicante dijo acerca de la figura política más popular en la década de 1870:

"Lo que más me gustó de él fue su persistente y franca aseveración de que el ciudadano que amaba mejor a su partido y le era más fiel, también era fiel y amaba a su país".

Comentarios de los primeros pioneros Adventistas: "Durante los años formativos del movimiento adventista, los Estados Unidos estaban envueltos en corrientes políticas turbulentas. Los asuntos que culminaron con la explosión de la guerra entre los estados fueron muy ventilados antes de las elecciones nacionales de 1860. Jaime White escribió (en la Review, del 21 de Agosto de 1860).

"La excitación política de 1860 probablemente alcanzará el mismo grado que ha alcanzado en otros años, y quisiéramos prevenir a nuestros hermanos para que no se vean envueltos en la misma. No estamos preparados para probar por medio de la Biblia que sería malo que el que cree en el mensaje del tercer ángel vaya de una manera que convenga a su profesión de fe y eche su voto. No recomendamos que lo haga, ni nos oponemos. Si un hermano escoge votar, no lo condenamos, y deseamos la misma libertad para no hacerlo". Dos años más tarde (Review 12 de agosto de 1862). Jaime White indicaba que algunos adventistas habían votado:

"Aquellos de nuestro pueblo que votaron en la última elección de presidente, votaron por Abraham Lincoln".

En 1965 la Asociación General tomó la siguiente resolución bajo el título "Votación":

"Acordado: Que a nuestro juicio, la acción de votar cuando se ejerce a favor de la justicia, la humanidad y el derecho, no tiene en sí misma ninguna culpa, y puede ser en ciertas ocasiones muy propia; pero que el votar de manera que fortalezca la causa de crímenes tales como la intemperancia, la insurrección y la esclavitud los consideramos altamente criminal ante la vista del cielo. Pero desaprobamos cualquier participación en el espíritu de lucha partidaria". Publicada en la Review, 23 de mayo de 1865.

Comentarios de dirigentes Adventistas: Aún cuando ninguno de nuestros pioneros, ni los recientes o actuales pastores dirigentes o escritores, profesan ser infalibles o pontificales, sus declaraciones deben ser tomadas como expresiones sólidas del pensamiento adventista. En 1936 el pastor Francis McLellan Wilcox, editor por 33 años de nuestra revista más importante, escribió (en la Review del 26 de marzo de 1936) el artículo "los Adventistas del Séptimo Día y la Política" (artículo que recomendamos junto con otro por el mismo autor, "The Preacher and Politics" del 2 de abril de 1936), estableciendo inter alia:

¿Qué relación debieran sostener los Adventistas del Séptimo Día con las cuestiones políticas? ¿Es apropiado que ejerzan el derecho de ir a las urnas y poner su voto...? Creemos que este es un derecho inalienable dado por Dios. Y han elegido ejercer este derecho a través de todos los años... ¿Es correcto que un Adventista del Séptimo Día tenga algún cargo público?... Basado en la historia del pueblo de Dios a través de los Siglos... debo creer que es compatible con la fe y práctica cristiana... No es la iglesia la que debe aconsejar a alguien a aceptar un cargo político, ni... tiene la iglesia el derecho de prohibir a ninguno de sus miembros este derecho y privilegio".
Wilcox (Review, 2 de abril de 1936) hizo esta observación:

"Es natural que cada hombre, ya sea predicador o miembro laico, tenga interés en los asuntos nacionales e internacionales... No debiera haber ningún cuestionamiento con relación a lo sabio y apropiado de que los obreros consideren estos grandes problemas del mundo a la luz de las predicciones divinas. En verdad, esto es necesario al exponer las profecías... ¿Es apropiado que el ministro del evangelio ejerza su derecho de votar? Yo creo que le está permitido hacerlo. El apóstol Pablo, al tratar de conseguir protección de sus enemigos, apeló al hecho de que era ciudadano Romano y tenía el derecho de constar con la protección que esta ciudadanía garantizaba... Esto es bastante diferente... de lo que sería actuar como un candidato en el terreno político, en contiendas electorales, argumentando y contendiendo por posiciones políticas y desacreditando el curso de acción y los candidatos de los partidos políticos opositores... Se ha dado instrucción bien definida de que nuestros ministros, maestros y administradores en nuestros colegios debieran mantenerse enteramente fuera del campo general de la política, en lo que concierne a promover cualquier agitación".

Tratando específicamente con las declaraciones de advertencia de Elena G. de White en relación a las actitudes que los adventistas deben asumir hacia las cuestiones "políticas", Wilcox expresa esta opinión (en la Review, 10 de octubre de 1940):

"¿Es posible atender a este consejo y al mismo tiempo ejercer nuestro derecho en las elecciones nacionales y del estado? Creemos que sí. Alguien puede votar por ciertos hombres y medidas, puede dar su apoyo con el voto a la forma y medios que hacen al bien del estado y la sociedad, y al mismo tiempo mantenerse libre del control, la dominación o el espíritu de algunos partidos políticos que sostienen las medidas que él aprueba. Conocemos muchos hermanos que han hecho esto por años. No participan de las agitaciones y discusiones políticas privadas o en público. No asumen la postura de cómplice o apoyo a ningún partido político en particular. Siempre tratan de reconocer los principios aparte y por encima de los hombres. Si votan, no vinculan sus intereses con tales partidos. Ponen su voto por los candidatos que a su juicio están mejor calificados para ciertos cargos, sin tener en cuenta su filiación partidaria. No creemos que al hacer así violan el espíritu de la instrucción que hemos recibido... Se nos advierte contra el espíritu que nos induce a ser partidario, aficionado a la política, buscar la influencia de los votos indebidos, vincularse con algún partido político para trabajar por sus ideas y candidatos sin tener en cuenta los principios que sustenta".

El pastor J. Lamar McElhany, presidente de la Asociación General por 16 años, se expresó (en la Review, 23 de octubre de 1952) de esta manera:

"La iglesia no ha pretendido nunca instruir a sus miembros en cuanto a la manera en que deben votar, o por quién deben hacerlo. Estas son cuestiones que deben ser dejadas a la conciencia individual de los miembros. Tampoco la iglesia ha censurado o excomulgado a ninguno de sus miembros si como ciudadanos calificados alguien ejerce su derecho al voto, o a ninguno que elige no votar".

En un artículo previo (Review), 14 de agosto de 1952), McElhany hizo este comentario:

"...creemos que cada miembro...tiene derecho a ejercer sus derechos. La estabilidad y el fundamento de un buen gobierno descansa sobre el pueblo. Si aquellos que tienen estabilidad y aman la ley y poseen un alto concepto de los principios de un buen gobierno no toman parte en la tarea de elegir hombres buenos y apropiados para la conducción del gobierno, se hacen de esa manera responsables de los errores del gobierno. Esta es una responsabilidad que los buenos ciudadanos debieran tratar de esquivar hasta donde su voto se lo haga posible... Es importante que todos los asuntos que deben aparecer en las boletas sean cuidadosamente estudiados por el votante consciente".

La actitud adventista hacia los asuntos cívicos y públicos pareciera ser de que el verdadero cristiano es primeramente un ciudadano del reino de los cielos, establecido sobre principios plenamente delineados en la Biblia. El verdadero cristiano es un hombre convertido y embajador de Dios a los hombres. El programa cristiano más importante para el mejoramiento nacional e internacional es el evangelio espiritual que lleva al hombre a Cristo y lo libera de su dependencia de las medidas cívicas y sociales. El verdadero cristiano no es de este mundo; es un peregrino fugaz. Sin embargo, mientras tanto busca atraer a otros hombres al reino celestial haciéndoles comprender los principios divinos en el accionar humano. En relación con esto, el verdadero cristiano contribuirá a la debida promoción de planes sensibles y apropiados para el mejoramiento de la salud, a toda realización en bien de la libertad religiosa y otras libertades apropiadas, a la liberación de las necesidades y el temor, y a la estabilidad del orden social y político. La paz entre los hombres y las naciones está entre sus preocupaciones personales. La justicia es uno de sus blancos. Bajo condiciones apropiadas, el cristiano podrá poner su voto, o abstenerse de hacerlo, de acuerdo a lo que su juicio lo indique. No condenaría a nadie que enteramente consciente del espíritu y las doctrinas de Cristo, decida dedicar parte de sus talentos y tiempo a dar una sensible conducción a su comunidad local, nacional o mundial. Por otra parte, el verdadero cristiano pesará con calma las cosas, se conducirá con estricta rectitud y dignidad, deseando en todo momento ser informado con imparcialidad, y en cada aspecto de su accionar buscará siempre ocuparse primero, bajo cualquier costo, de sus obligaciones como embajador y representante personal de Cristo entre sus prójimos.

Leif Kr. Tobiassen

LOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA Y EL VOTO

Ni Elena G. de White ni los consejos del Espíritu de Profecía, ni la Asociación General en sus acuerdos, han negado alguna vez a los Adventistas del Séptimo Día el privilegio de votar. Pero en forma consecuente a través de los años, los dirigentes de la iglesia y Elena G. de White, han prevenido vez tras vez acerca del peligro que involucra para nuestro pueblo el verse envuelto en la política como tal, o en controversias políticas. Guiados y amonestados por el Espíritu de Profecía, nosotros los Adventistas del Séptimo Día, nos abrimos paso cuando atravesamos los días tensos por los resultados de la esclavitud, las perplejidades relacionadas con la opción local; en la legalización de la venta de bebidas alcohólicas; los problemas relativos a la profesada enmienda cristiana de la Constitución Federal y el asunto de la moneda en los EE.UU. Esto nos da el marco histórico mediante el cual podemos obtener un cuadro nítido de la actitud de nuestra denominación acerca del voto político.

En 1856 el Pastor Urías Smith declaró que la posición de los Adventistas del Séptimo Día era de "neutralidad en la política" con una negativa de parte de nuestro pueblo de intervenir en la contienda tan emocionante que agita nuestra nación". Al concluir su artículo de fondo establece sus razones:

"A la pregunta, ¿por qué trabajamos mediante nuestros votos e influencia contra las tendencias malignas de la época? Respondemos que nuestra interpretación de la profecía nos lleva a la conclusión que la situación no mejorará. Y sentimos que es nuestro deber limitar nuestros esfuerzos a prepararnos a nosotros mismos y a otros, en lo que nos es posible, para el gran evento final que ya se aproxima: la revelación del Hijo del Hombre desde los cielos, la destrucción de todos los gobiernos terrenales, el establecimiento del reino glorioso de todos sus súbditos" Review and Herald, 11 de Septiembre de 1856.

De problemas nacionales que parecía fútil procurar corregir, nos volvemos tres años más tarde a una situación local en Battle Creek en 1859. Observamos en nuestros pioneros que se abren camino al verse confortados con su responsabilidad como ciudadanos en el vecindario. Para nuestra información vemos lo anotado en el Diario de Elena G. de White en 1859:

"Asistí a una reunión en la víspera. Fue una reunión libre e interesante. Al terminar, se consideró el asunto del voto. Primeramente habló Jaime, luego habló el hermano Andrés, y ellos creyeron prudente usar su influencia en favor del bien y en contra del mal. Ellos creían que es correcto votar a favor de los hombres partidarios de la temperancia para que asuman el poder en nuestra ciudad en lugar de correr el riesgo por su silencio de que suban al poder partidarios de la intemperancia. El hermano Hewett relató su experiencia de algunos días atrás y convivió en que es correcto votar. El hermano Hart se expresa muy bien. El hermano Lyon se opone. No hay otros que se opongan".

"Hoy han estado en la oficina de hombres partidarios de la intemperancia expresando con zalamerías su aprobación de la posición según la cual los observadores del sábado no emitirán su voto y expresaron su esperanza de que se mantendrían en esta posición, y como los cuáqueros, no votarían. Satanás y sus ángeles están muy ocupados en esta época, y tienen sus obreros aquí en la tierra. Ojalá Satanás se vea chasqueado, es mi oración". E. G. de White en su diario del día domingo, 6 de marzo de 1859 (Citado en Temperance, pp. 255, 256).

Posteriormente, los Adventistas del Séptimo Día vieron claramente su deber al votar a favor de la prohibición o restricción de la venta de bebidas alcohólicas. Se hizo una pregunta al respecto, sin embargo, en un congreso celebrado en Des Moines, Iowa, a principios de 1881. Se colocó delante de los delegados la propuesta de un voto que rezaba así:

"Acordado, que expresemos nuestro profundo interés en el movimiento a favor de la temperancia que ahora se está promoviendo en este Estado; y que instruyamos a todos nuestros pastores para que usen su influencia entre nuestras iglesias y entre la gente en general a fin de introducirlos a realizar todo el esfuerzo posible, por trabajo personal, y en la emisión del voto, a favor de la enmienda prohibitiva de la Constitución, que los propulsores de la temperancia intentan obtener" Review and Herald, 5 de julio de 1881.

Pero algunos objetaron la cláusula que pedía acción "en los comicios", e instaban a que se suprimiese. La Señora White, que asistía a este congreso y se había retirado ya, fue llamada a dar su consejo.

Escribiendo al respecto en ese momento ella dice: "Me vestía y encontré que debía hablar en forma directa respecto a sí nuestros hermanos debían votar a favor de la prohibición. Yo les dije que "Sí" y hablé durante veinte minutos" Carta 6, 1881. (Citado en Temperance, pág. 255).

En la Review and Herald del 15 de octubre de 1914, en un artículo reimpreso luego en Obreros Evangélicos, pp 384-388. Elena de White recalcó la responsabilidad de que cada ciudadano ejerciese toda influencia a su alcance a fin de restringir el tráfico de bebidas, mediante su voto:

"Mientras que no hemos de comprometernos de ninguna manera en asuntos de política, sin embargo, es nuestro privilegio asumir una posición decidida en todos los puntos referentes a la reforma pro temperancia. Respecto a esto he dado a menudo mi claro testimonio. En un artículo publicado en la Review and Herald del 8 de noviembre de 1881, escribí:

"Hay una causa para la parálisis moral que impera en la sociedad. Nuestras leyes sostienen un mal que está minando su mismo fundamento. Muchos se lamentan por los males que saben que existen, pero se consideran libres de toda responsabilidad con respecto al asunto. Esto no puede ser. Todo individuo ejerce influencia en la sociedad. En nuestro país privilegiado, todo votante tiene una parte en determinar qué leyes controlarán a la nación. ¿No debería esa influencia y ese voto echarse de parte de la temperancia y la virtud?...

Podremos pedir a los amigos de la causa de la temperancia para que acudan al conflicto y procuren detener la marea de maldad que está desmoralizando al mundo; pero ¿de qué valdrán todos nuestros esfuerzos mientras que la venta de bebidas alcohólicas está amparada por la ley? ¿Debe la causa de la intemperancia pesar siempre como una plaga sobre nuestro país? ¿Debe cada año destruir como un incendio devorador a millares de hogares felices?

"Hablemos de los resultados y templamos ante los mismos, y nos preguntamos qué podemos hacer, mientras que demasiado a menudo toleramos y hasta sancionamos la causa. Los que abogan por la temperancia fallan en cumplir todo su deber a menos que ejerzan su influencia por precepto y por ejemplo por voz y pluma y voto a favor de la prohibición y abstinencia total. No necesitamos esperar que Dios obre un milagro a fin de lograr esta reforma, quitando así la necesidad de nuestro esfuerzo. Nosotros mismos debemos enfrentarnos a este enemigo gigante. Nuestro lema debe ser: "Ningún compromiso ni cesación de esfuerzos hasta obtener la victoria" Review and Herald, 15 de octubre de 1914 (Véase Obreros Evangélicos, pp 387, 388; La Temperancia, pp 353, 354).

LA RESPONSABILIDAD DEL CIUDADANO EN SU COMUNIDAD

La verdad de Dios hace que el hombre o la mujer sea un buen ciudadano. En Hechos de los Apóstoles, p. 69, leemos: "Hemos de reconocer que el gobierno humano es una ordenanza señalada divinamente, y enseñar que la obediencia al mismo es un deber sagrado dentro de la esfera legítima".

En una declaración ya citada Elena G. de White reconoció que: "Todo individuo ejerce una influencia en la sociedad. En nuestro privilegiado país, todo votante tiene voz en determinar qué leyes gobernarán la nación".

Damos unos breves extractos que recalcan aún más la responsabilidad del ciudadano individual:

"Hombres intemperantes no deben ser colocados mediante el voto del pueblo en posiciones de confianza" Signs of the Times, 8 de Julio de 1880, Temperance, pp. 254.

"Cuántos sacrificarán sus prerrogativas como ciudadanos de la República, comprados por un vaso de whisky para echar su voto por algún candidato villano. Como clase, los intemperantes no vacilarán en emplear el engaño, el cohecho y hasta la violencia contra los que se niegan a conceder libertad sin límites para el apetito pervertido" Review and Herald, 8 de Noviembre de 1881 (Temperance, p. 254).

"Muchos dan su influencia al gran destructor, ayudándole por voz y voto a destruir la imagen moral de Dios en el hombre, sin pensar en las familias que son degradadas por el apetito pervertido por el licor" Manuscrito 87, 1988. (Temperance, pp. 254, 255).

"Y aquellos que por sus votos sancionan el tráfico de la bebida serán tenidos por responsables de la maldad efectuada por aquellos que se hallan bajo la influencia de las bebidas alcohólicas" Carta 243a, 1905.

LA VOTACION DE ELECCIONES NACIONALES

Para el año 1860 la Iglesia Adventista del Séptimo Día estaba creciendo y su organización tomaba forma. Al acercarse a las elecciones nacionales Jaime White vio claramente los estragos que las luchas políticas causarían a la obra creciente, y escribió:

"La excitación política de 1860 probablemente alcanzará el mismo grado que ha alcanzado en otros años, y quisiéramos prevenir a nuestros hermanos para que no se vean envueltos en la misma. No estamos preparados para probar por medio de la Biblia que sería malo que el que cree en el mensaje del tercer ángel vaya de una manera que convenga a su profesión de fe y eche su voto. No recomendamos que lo haga, ni nos oponemos. Si un hermano escoge votar, no lo condenamos, y deseamos la misma libertad para no hacerlo".

"Pero creemos que el que participa del espíritu de la próxima contienda, pierde el espíritu de la verdad presente y pone en peligro su propia alma. Nuestros hermanos que están predicando en carpas probablemente verán la conveniencia de trasladarse a lugares pequeños y alejados de la lucha política, o clausurar por ahora los esfuerzos bajo carpa" Review and Herald, 21 de Agosto de 1860.

El que algunos Adventistas del Séptimo Día emitieron su voto lo establece claramente el artículo del Pastor White titulado "La Nación" que apareció en la Review and Herald del 12 de Agosto de 1862. Jaime White comenta de una manera que muestra que no hubo censura para aquellos que votaron en las elecciones de 1860. "Los de nuestro pueblo que votaron en las últimas elecciones presidenciales apoyaron todos a Abraham Lincoln".

En 1865 la Asociación General en su Tercera Sesión dejó registrada su opinión respecto al hecho de que los Adventistas del Séptimo Día asistieron a los comicios. Bajo el encabezamiento "VOTACION", hallamos el siguiente acuerdo:

"Acordado: que a nuestro juicio, la acción de votar cuando se ejerce a favor de la justicia, la humanidad y el derecho, no tiene en sí misma ninguna culpa, y puede ser en ciertas ocasiones muy propia; pero que el votar de manera que fortalezca la causa de crímenes tales como la intemperancia, la insurrección y la esclavitud, lo consideramos altamente criminal ante la vista del Cielo. Pero desaprobamos cualquier participación en el espíritu de lucha partidaria". Informe de la tercer Sesión Anual de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, publicada en la Review and Herald, 23 de mayo de 1865.
Podríamos registrar aquí declaraciones subsiguientes hechas por obreros a través de los años, pero todas eran del mismo estilo, dejando claramente establecido que el individuo estaba libre para seguir su juicio respecto al asunto del voto, pero que debiera recordar que al votar, debe llevar una parte de la responsabilidad de las acciones del hombre por el cual votó, y amonestaban contra la agitación o luchas políticas.

Lo que se cita más frecuentemente hoy en día, al mencionar los consejos de E. G. de White respecto a la política y los votos, es la declaración que apareció en Fundamentals of Christian Education, pp. 475-484. Esta no es sino una de las varias comunicaciones tales, escritas a mediados y a fin de década de los noventa, en una época cuando algunos obreros Adventistas del Séptimo Día se hallaban profundamente preocupados por el asunto de la moneda. Uno de estos consejos se halla ahora en Testimonies to Ministers, pp. 331-340, y es una comunicación dirigida "a la Asociación General de 1897". En esto, la excitación de nuestros obreros acerca de los resultados políticos del "Cambio de la moneda circulante" fue mencionado, y ella aconsejó que no se complació a Cristo "mediante el ocuparse de discursos políticos dentro o fuera del púlpito". (Testimonies to Ministers, p. 331).

"Quedé sorprendida", exclama ella, "al ver hombres que pretenden creer en la verdad para este tiempo, muy excitados por asuntos ¿referentes al Señor Jesús y los intereses eternos? No. Parecían extrañamente excitados respecto a la monda. Algunos pastores se destacaban al entretejer estos temas en sus disertaciones. Se estaban enfervorizando, tomando partidos respecto a estos asuntos, que el Señor no les encargó que se ocuparan". Testimonies to Ministers, p. 332.

Mostró que "Hay en esta excitación justamente lo que los separa de otros de la misma fe" (Testimonies to Ministers, p. 333). Y luego dejó claramente establecido que "Los que han estado caminando humildemente con Dios no se dejarán absorber al promover ni un partido ni otro". Ibid, p. 334).

En los consejos escritos durante este período hay tres puntos que se destacan.

1. Debe evitarse toda agitación política porque llevará a diferencias entre los miembros de la iglesia.
2. Nuestros pastores y maestros deben guardar silencio acerca de cuestiones que no tienen relación con el mensaje del tercer ángel, porque la agitación política quiere estorbar a nuestros obreros a fin de que no alcancen a quienes deben oír el mensaje.
3. Vi votamos, "Mantengamos el asunto de nuestro voto para nosotros mismos. No sintamos que es nuestro deber persuadir a todos a hacer lo que hacemos nosotros". Carta 4, 1898.

Y ahora llegamos a un estudio del artículo publicado en Fundamentals of Christian Education, que lleva el título de "Special Testimony relating to Politics" (Un testimonio especial con respecto a la Política). Esta es una carta dirigida a "Los Maestros y Administradores de nuestros colegios", escrita el 16 de junio de 1899. Instamos a que se lea cuidadosamente todo el artículo. En primer lugar, se notará que no se prohibe que el miembro individual acuda en silencio a votar. El consejo se dirige a los obreros adventistas del séptimo día, y se les amonesta a no usar su influencia para promover sentimientos políticos.

"El Señor quisiera que su pueblo sepulte los asuntos de política. Acerca de estos temas el silencio es elocuencia... No podemos votar a favor de los partidos políticos en forma segura; porque no sabemos por quiénes estamos votando. No podemos participar en forma segura en planes políticos" Fundamentals of Christian Education, p. 475.

"Aquellos que se levantan como educadores, como pastores, como obreros juntamente con Dios en cualquier rama, no tienen batallas que librar en el mundo de la política. Su ciudadanía está en el cielo. El Señor los insta a levantarse como un pueblo separado y peculiar. No desea que haya cismas en el cuerpo de creyentes. Su pueblo ha de poseer los elementos de la reconciliación. ¿Acaso su obra es de hacer enemigos en el mundo político? No, No. Han de levantarse como súbditos del reino de Cristo, portando el estandarte sobre el cual está escrito: "Los mandamientos de Dios y la fe de Jesús". Ibid. Pp. 478, 479.

Podríamos resumir las amonestaciones de todo el artículo como sigue:

1. La expresión de sentimientos políticos de parte de nuestros obreros resultará en división dentro de la iglesia. (p. 475).
2. No podemos votar con seguridad por los partidos políticos a pesar de los principios de los hombres dentro de dichos partidos. (p. 475).
3. Debe ejercerse cuidado al escoger el hombre por el cual damos nuestro voto, porque el que vota llega a ser partícipe con el que es colocado en el poder, y sus acciones mientras se hallan en el poder. (p. 475).
4. No debemos llevar insignias políticas. (p. 476).
5. No debe usarse el diezmo para pagar el sueldo de una persona que haga discursos acerca de cuestiones políticas. (p. 477).
6. No han de erguirse murallas de separación entre los hombres. (p. 479).
7. Nuestros predicadores y maestros han de abstenerse de introducir en la iglesia o el colegio ideas que llevarán a contiendas o desorden. (p. 483).
Haremos bien en concluir esta presentación citando una parte de un editorial que apareció en la Review and Herald del 13 de septiembre de 1928. El pastor F. M. Wilcox escribe:

"Es el privilegio de todo individuo ejercer su derecho al voto. Nadie tiene autoridad para negarle este privilegio. La Iglesia Adventista del Séptimo Día no intenta dictar a sus miembros como han de votar o si no han de votar. Se deja para cada uno actuar según su propio juicio con el temor de Dios. Nos ha dicho la sierva del Señor que no debemos unirnos con partidos, que no debemos agitar cuestiones de política en nuestros colegios lo instituciones. Por otra parte, la misma autoridad nos ha indicado que cuando ciertas cuestiones morales, tales como la prohibición, están en juego, los abogados de la temperancia fracasan en cumplir con su deber si no ejercen su influencia por precepto y ejemplo, por voz y pluma y voto a favor de la total abstinencia. Esta instrucción no es obligatoria, aún se deja que cada uno determine para sí mismo lo que hará".

Mientras que un miembro individual de la iglesia tiene el derecho, si así lo quiere, de echar su voto, la iglesia como tal debiera abstenerse enteramente de la política. Es una cosa que los miembros individuales de la iglesia voten, y otra cosa que estos mismos individuos en su capacidad dentro de la iglesia procuren influir en la política".


Ellen G. White Publications
General Conference of S. D. A.
Washington 12, D. F.
14 de Agosto de 1952

POR TODO LO ANTERIOR, ES PREOCUPANTE QUE HERMANOS POR INTERPRETACIONES ERRONEAS Y SIN FUNDAMENTO TEOLÓGICO O PROFÉTICO, ESTEN SACRIFICANDO POSIBILIDADES IMPORTANTES, BASADOS EN COSTUMBRES QUE CONSIDERAN ADECUADAS A LAS ENSEÑANZAS BIBLICAS, SIN ENTRAR A VERIFICAR LA VERACIDAD DE SU DISCURSO.

martes, 15 de diciembre de 2009

BIENVENIDO

Hola amigo, para nosotros es un honor contar con tu visita.

Te invitamos para que compartas con nosotros y te acerques a quien es nuestra inspiración y motor de vida, DIOS nuestro Señor.
El señor esta tocando tu puerta, esta en ti dejarlo entrar, arriesgate y veras las bendiciones que ello trae.
Esperamos contar contigo, y si quieres que estudiemos juntos las enseñanzas de DIOS, te invitamos a que compartas con nosotros y aprendamos juntos de las promesas que el nos ha dejado.
Animate, esperamos contar contigo.